Leones de la sabana en estándar



Para que negarlo, los amamos. Es elegante, bonito, cumplidor, decente. La carta Leones de la sabana es una de las criaturas más emblemáticas en el universo de Magic: The Gathering, especialmente dentro del contexto de los mazos aggro. Su popularidad y relevancia en el juego se deben a varias características que la hacen destacar en diversas estrategias; los Leones de la Sabana es frecuentemente utilizado en mazos que buscan una victoria rápida. Su coste bajo permite que los jugadores lo desplieguen rápidamente y pega duro para lo que cuesta.







Apareció por primera vez en Edition Limited Alpha, ilustrada por Daniel Gelon (un ilustrador que no se ha vuelto a ver desde 2014, pero que fue muy recurrente en los primeros tiempos del juego, y autor de la Wheel of fortune original). Su texto original rezaba así (traduzco):

Los tradicionales reyes de la jungla generan un respeto saludable en otros climas también. Confiando principalmente en su sigilo y velocidad, los Leones de la Sabana pueden sorprender a una víctima, incluso en las interminables llanuras planas de su tierra natal.


Se combina bien con cartas que buffan criaturas o permiten ataques adicionales y puede ser utilizado tanto en formatos casuales como competitivos, adaptándose a diferentes estilos de juego. Algunos argumentan que la esencia del juego se ha perdido con la introducción de cartas más poderosas y mecánicas complejas, mientras que otros creen que esto ha llevado a un equilibrio donde las criaturas son más relevantes; la verdad es que, aunque ambos argumentos tienen validéz, verlo presente en metajuego actual, desempeñando un rol bastante decente brinda mucha satisfacción.

Su desempeño, se puede ver en Puro Espectáculo - Cats, un mazo de felinos bien divertido y emocionante que está bastante vivo y tiene buena pega; y es legal para cualquier formato del juego. Con el tiempo su forma elegante de ser una creatura de 1 maná blanco con fuerza y resistencia 2/1 le ha convertido en una carta icónica en la que siempre pensamos como referencia al encontrarnos cartas similares

Pues. Este artículo trata de esas cartas también, vamos a echarles un vistazo.


Basri, Campeón del Mañana




Es el más reciente, está en la edición Aetherdrift, Basri, Campeones del Mañana. Tiene una habilidad activable bastante económica de 1 solo maná blanco para colocar un token felino 1/1 con vínculo vital, y eso un excelente token (recordando que están presentes también Compañero de manada de Ajani y Acogedora de gatos que son las que mas bonito se benefician de ganar vida). Sin embargo, es su efecto al ciclar lo que la hace una excelente carta y acaba justificando esa alta rareza, no solo acelera carta al permitirte robar (lo que ya de por si puede tener sus sinergias) sino que protege tus felinos en juego de forma muy efectiva.


Ratón con mucho morro




De felino pasamos a ratón, con Ratón con mucho morro. Este lindo amiguito tiene la guinda de ser una carta de Aventura, que nos presta su ayuda previa con "Por los pelos" potenciando a un miembro de la manada que tengamos servido en juego (¿un leones de la sabana?), y luego vuelve a la carga para patear con su 2/1 entrando desde el exilio, un lugar donde está al resguardo para poder jugarse en el momento adecuado, seguro de no sufrir con el efecto de los mazos de descarte que con peligrosa presencia se pasean en el metajuego, y sin comerle cuento a creaturas mas fuertes que puedan bloquearlo.

Oficial de alistamiento



Con Oficial de alistamiento nos servimos de un soldado humano, ambos buenos tipos de creatura para jugar White Whinie, y nos permite pagar por la búsqueda de esa creatura clave, útil de coste de maná tres que deseamos encontrarnos, como Arahbo, el Primer Colmillo, Acogedora de gatos, Crusado de Odric, o el Ángel deslumbrante, entre muchas otras. El coste de la activación puede parecer caro, pero fijate... No se tiene que girar para activarse; una buena manera para aprovechar el maná si estás en un turno donde te quedas estancado.


Superviviente veterano



Este amigo, Superviviente veterano, viene en Duskmourn, se puede volver un pino peligroso de categoría 5/4 si se le cuida el tiempo suficiente para que se active su habilidad. Claro que, para hacerlo requiere estar girado y eso, en principio sugiere que debes atacar con él. Si te toca hacerlo, lo hace con sus decentes 2 de fuerza (decentes considerando su coste de 1 maná), pero también puede combinarse con efectos de girar creaturas tan abundante en el color azul, y combar bien bonito dentro de un mazo Azorio. (Además de resultar una molesta sorpresa para todos los que juegan Autoridad de los cónsules)

Bueno. Eso es todo, casí... ¿Se puede montar un mazo solo de este estilo?, pues... De poder se puede, pero estos leones de la sabana (y el original) brillan bien y mejor en sus mazos adecuados. Sirva la lectura para tomar inspiración.

Leones de la sabana

En el corazón palpitante de la sabana, un escenario donde el sol reverberaba con una intensidad casi mística y los vientos, cual dedos invisibles, peinaban la dorada extensión de hierba, la existencia de dos leones hermanos, Arhabo y Mirri, se desenvolvía. No eran simples felinos; su nombre resonaba en los ecos del vasto territorio, sinónimo de una agilidad que desafiaba la gravedad y una astucia que se tejía en las sombras como la seda de una araña. Día tras día, su juvenil curiosidad los impulsaba a explorar su vasto hogar, desentrañando los secretos inscritos en cada grano de arena y perfeccionando, con la paciencia del artesano, sus habilidades de caza, un ballet letal entre depredador y presa. A pesar de la tierna edad que aún adornaba sus melenas incipientes, la valentía que irradiaban era ya legendaria, un fuego que encendía la admiración (y quizás una pizca de temor reverencial) en los corazones de las demás criaturas que compartían ese crisol de vida.

Pero, como suele ocurrir en las narrativas épicas, la placidez es un espejismo, un preludio engañoso a la tormenta. Un día, mientras los hermanos se abandonaban al abrazo cálido del sol, una disonancia comenzó a perturbar la armonía de su mundo. Alteraciones sutiles, imperceptibles para el ojo inexperto, se manifestaban en el paisaje: los ríos, otrora caudalosos, se reducían a serpientes de polvo; las presas, antaño abundantes, se desvanecían como fantasmas en la niebla matutina; y un intangible, pero palpable, aire de inquietud, frío como el aliento de la muerte, se apoderaba de la sabana, impregnando cada rincón con una premonición ominosa. Entre la fauna, las conversaciones cesaban abruptamente, sustituidas por susurros nerviosos, ecos de un temor ancestral que hablaba de una sombra espectral, danzando en el horizonte lejano: una horda de pirexianos, seres retorcidos y corrompidos, liderados por una abominación de pesadilla llamada Valgavoth, el Devoraterrores. Este engendro, lejos de ser una criatura ordinaria, era un receptáculo viviente de una magia arcana y corrupta, una fuerza oscura que le confería una fuerza sobrehumana y un control casi telepático sobre otras criaturas, convirtiéndolos en meras extensiones de su voluntad maligna.

Observando, con una creciente angustia en sus corazones leoninos, cómo la sombra de Valgavoth se extendía implacablemente, amenazando con engullir su hogar, Arhabo, impulsado por una mezcla de instinto de supervivencia y un noble sentido del deber, tomó una decisión que alteraría para siempre el curso de su destino. En un acto de coraje inquebrantable, sellado con la convicción de que la inacción era una sentencia de muerte para su pueblo, resolvió emprender un viaje audaz y peligroso hacia el epicentro de la amenaza, las colinas lejanas donde Valgavoth tejía su red de terror. No enfrentaría este desafío solo. A su lado, leal hasta la médula, se unió Jazal, un león imberbe, pero poseedor de una valentía que ardía con la intensidad de un sol naciente, un joven guerrero cuyo corazón resonaba con el mismo amor por su tierra y el mismo desprecio por la tiranía. Juntos, estos tres valientes corazones se adentraron en lo desconocido, plenamente conscientes de que el camino que tenían por delante estaría sembrado de peligros inimaginables, pero aún así, implacables en su determinación, convencidos de que no podían, no debían, permanecer impasibles mientras su hogar se desmoronaba bajo el peso de la oscuridad.

Después de incontables días de arduo viaje, marcados por la incertidumbre y la constante amenaza, el trío finalmente llegó al corazón palpitante del territorio enemigo, un lugar donde la propia tierra parecía gemir de dolor. Allí, en un espectáculo grotesco de poder corrompido, encontraron a Valgavoth, un coloso de carne y hueso marchito, rodeado por su ejército de pirexianos, seres despojados de toda humanidad, convertidos en marionetas grotescas al servicio de su amo. Sin titubear, Arhabo desató un rugido torrencial, un sonido nacido de las profundidades de su ser, amplificado por la furia justa y el amor inquebrantable por su tierra. El rugido resonó a través del valle, un trueno de desafío que sacudió los cimientos del mundo, haciendo temblar el suelo bajo las garras de los pirexianos, sembrando una momentánea vacilación en sus filas. Pero Valgavoth, imperturbable, permaneció inamovible como una montaña, su mirada inyectada de una arrogancia venenosa.

"¿Acaso crees, insignificante cachorro, que tu bravuconada infantil puede siquiera hacer mella en mi poder?" gruñó Valgavoth, su voz una sinfonía de crujidos óseos y el hedor sulfuroso de la corrupción, un sonido que prometía sufrimiento y desesperación.

"Esto," replicó Arhabo, su voz ahora un torrente de resonancia pétrea, "trasciende mi simple ambición o mis insignificantes anhelos. No es solo mi lucha, Valgavoth, sino la de cada criatura que respira bajo este sol, de cada semilla que germina en esta tierra, de cada río que serpentea a través de estas planicies. Es la lucha por el alma misma de este hogar."

Y con esas palabras, el preludio a la tormenta se desató. La batalla, una danza macabra de furia y desesperación, consumió el territorio con una violencia que parecía profanar la propia esencia de la vida. Mirri y Jazal, dos leones jóvenes pero curtidos en el fuego de la adversidad, se lanzaron contra la horda de pirexianos, un torbellino de garras y dientes, resistiendo con una tenacidad feroz cada embate, cada intento de desbordar las defensas y desequilibrar la balanza de la contienda. Mientras tanto, Arhabo, con la determinación grabada a fuego en su mirada, se enfrentaba directamente a Valgavoth, un coloso de poder corrupto. La magia oscura que emanaba del monstruo, cual aura pestilente, lo hacía increíblemente fuerte, una fuerza que parecía desafiar las leyes mismas de la naturaleza. Cada golpe, cada embestida, resonaba con el eco de un cataclismo inminente, una danza de la muerte que amenazaba con consumir a Arhabo en las sombras.

En medio del caos, cuando la desesperación comenzaba a tejer su tela de araña alrededor de su corazón, cuando parecía que la furia implacable de Valgavoth iba a extinguir la llama de su esperanza, un recuerdo, vívido y potente, resonó en lo profundo de su ser. La voz suave, pero firme, de su madre, sus palabras grabadas en su alma como runas ancestrales: "Un verdadero líder," había dicho ella, "no lucha solo con la fuerza de sus músculos, sino con la fuerza de su espíritu, con la unión de su pueblo, con la convicción de que juntos son invencibles".

En ese instante crítico, un nuevo rugido, diferente a todos los que había proferido antes, brotó de las profundidades de Arhabo. No era un simple grito de guerra, sino una llamada desesperada, un lamento que resonaba en los corazones de todos los habitantes de la sabana, un llamado a la unidad contra la aniquilación inminente. Y la sabana respondió.

Como impulsados por un eco telepático, como si la tierra misma se hubiese alzado en rebelión, los animales acudieron en masa. Elefantes, con su mole imponente, arrasaban con los pirexianos cual montañas en movimiento. Cebras, con su agilidad centelleante, los confundían y desorientaban con su danza hipnótica. Jirafas, con sus cuellos largos y gráciles, los golpeaban desde lo alto con la precisión de un látigo divino. Incluso los pequeños suricatos, insignificantes en tamaño, pero valientes en espíritu, mordisqueaban los talones de los invasores, perturbando su concentración y abriendo brechas en su formación. Cada criatura, grande o pequeña, poderosa o vulnerable, se unió a la refriega, impulsada por un instinto primario de supervivencia y un amor profundo por su hogar.

Ante la marea imparable de la resistencia unificada, la balanza del conflicto se inclinó irrevocablemente. Los pirexianos, desmoralizados y superados en número, comenzaron a ceder terreno, su avance frenado por la determinación inquebrantable de los defensores de la sabana. Valgavoth, ahora privado del apoyo de sus hordas, se encontró rodeado, su arrogancia desvaneciéndose como humo al viento, reemplazada por un pánico gélido que comenzaba a carcomer su corazón corrompido.

Con un rugido final, cargado no solo de la fuerza de sus músculos, sino de la energía ancestral de la sabana, de la esperanza renacida en cada corazón y del amor incondicional por su hogar, Arhabo, flanqueado por los animales que lucharon a su lado, logró asestar el golpe definitivo. No fue un acto de simple violencia, sino un exorcismo, una purificación del mal que había contaminado su mundo. Con la caída estrepitosa de Valgavoth, el nexo de la magia oscura se rompió en mil pedazos, liberando a la sabana de su yugo opresor.

Poco a poco, con la lentitud majestuosa de la primavera tras un invierno que parecía eterno, la sabana comenzó a cicatrizar sus heridas. Los ríos, antes convertidos en meras cicatrices de polvo, volvieron a fluir con aguas cristalinas, nutriendo la tierra reseca y revitalizando el ecosistema. Las presas, antes esquivas y aterradas, regresaron en abundancia, restaurando el equilibrio delicado de la vida. Y el cielo, antes gris y sombrío, surcado por presagios de muerte y desesperación, recuperó su azul brillante, como si una mano divina hubiese borrado las cicatrices de la guerra, lavando la tierra con la promesa de un nuevo comienzo.

En la euforia palpable de la victoria, Arhabo, el león que había liderado la carga contra la oscuridad que amenazaba con consumirlo todo, fue proclamado con júbilo y reverencia como el nuevo rey de la sabana. Los leones de la sabana marcaron su presencia sobre ese día...


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Recuerda que también tenemos un video análisis de la colección Alpha, donde vimos a esta carta icónica por primera vez.
¿Crees que leones de la sabana encontraría un lugar en Selesnya Cats?


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Buena partida viajero!